Hoy es una de esas noches de tributo al pan con mermelada y café descafeinado... para la oficina.
Pasemos un breve recuento de porqué hoy actúo como zombie:
Quizá fue por no dormir, tan sólo soñar y cerrar los ojos de cuando en cuando, la sobredosis de pensamientos que fluyeron en la oscuridad como luciérnagas, o como luces de un tren... más como luces de un tren; arrollándolo todo a su paso.
Pude ver el amanecer, lentamente escurrirse por mi ventana, invadir con una curiosa luz los rinconcitos de las persianas.
Finalmente reiniciamos la rutina diaria, es ahí donde noté mi descomposición de humana a zombie; "ella se levanta, alimenta al gato, lo acaricia, baja escaleras, se da un baño,se viste, se sirve el cereal, come, conversa, se va..."
El resto del día parece una pausa gigantesca, ya casi no la recuerdo, sólo recuerdo viejas amigas, perros, pasteles de fresas, y entonces el vórtice del tiempo:
Salí de mi existencia rutinaria, tenía la posibilidad de tomar 3 diferentes camiones, 2 de ellos rumbo a mi casa... Tomé lo primero que pasó, el que no iba a casa, decidí una ruta diferente, y de ahí en más fue tomar de camión en camión para evadirme en la ciudad. La recorrí.
Finalmente, y a 2 horas de mi casa, tomé un último transporte que me llevara hasta ella; en este seguí en pausa, dormí.
Despierto y aún queda mucho camino, solicité la compañía de Don Quijote, aunque pareciera que leía la biblia (me gustan los libros empastados en cuero) pero en el estado de zombie nada importa.
Llego al vecindario, me bajo calles antes, tan sólo para caminar y funciona, el traer mi falda, las botas, el bolso de mensajero, y sentir el viento me hace recobrar un poco la existencia.
Al fin en casa, ahora otro stand-by.
Y finalmente estoy aquí, frente al ordenador notando cuán agradables pueden ser algunas personas, recibiendo dedicatorias, y escribiendo... con una sola taza de café.
