miércoles, 25 de abril de 2012

Un café latte helado.




Silenciada por la noche.

Hoy cual Moisés en Éxodo crucé un océano dividido en dos, solo que este no era de agua sino humanidad. Y aparentemente no hay mejor manera de sentirse profundamente a solas, reflexivo, que cuando uno se encuentra dentro de la inmensidad de gente y no compartir nada aparentemente con ellos. Mi individualidad se acentuó dentro de la masa, irónico.
Me pregunté desde la noche anterior acerca del sentido de pertenencia, hoy no fue mejor la cosa cuando me pregunté a qué pertenezco o a quién, no pude responder ni siquiera un "a mi".
Experimenté el silencio en su doble filo, la paz que otorga sentarte frente a frente con otro ser humano, no hablar, no mirarse, no sentirse agobiados por ese silencio, que no resulta incómodo, y que la primer palabra que surge, es como una semilla abriéndose paso por la tierra. Algo sumamente bello, natural, nuevo. Esas palabras fueron honestas.
El otro filo, el cortante. Caminar por la ciudad, en medio del ruido y no encontrar palabras, solo silencios, ecos muertos. Tener algo que decir y no poder hablar, como esos terroríficos sueños donde grito impotente y de mi boca no sale sonido alguno. Uno de mis grandes miedos oníricos.
¿Por qué mujer, buscas un nombre? Me recuerda tanto esa necedad humana de nombrarse, identificarse, hacerse uno con su imagen...¿ O qué tal aquella necedad femenina de recibir lugar por el hombre? Lo dijera creo, André Green... o algún lacaniano maldito... Quién sabe, chance y fue el mismísimo Freud.
Y me remito a mi propia existencia, mi nombre, mi identidad, mi visibilidad... la mujer sin apellidos ni identidad, que no tiene rostro pero es hipervisible. Hay veces que la humanidad propia me pesa, causa escozor y ganas de arrancarla de mis vísceras (que es donde la ubico). Que me dan ganas de destriparme para sacarme lo humana de adentro, o correr sin detenerme, llegar a un aeropuerto y salir de esta ruidosa e inconsecuente ciudad. Huir de mi. Porque "huir es no detenerse"... O saltar de un edificio con los ojos cerrados, sentir el viento y después la nada. Pero el hombre es tan frágil que todo eso solo me dejaría más imbécil y menos feliz.

¿Quién soy? ¿QUÉ soy? cuestión de lugares, ¿que uno se otorga los lugares? esas son estupideces del New Age. No existen los lugares. Al menos no desde la lógica que planteo (Sí marxistas, no me interesan sus argumentos colectivos hoy)
Mi humanidad me duele hoy, me arde como si la hubiesen cacheteado.
Me cansé de buscar lugares y no encontrar nada, quizá mis lugares, simbólicamente al menos, empiecen a aparecer cuando tenga mi departamento (añadido a la lista para la navidad) y empiece a rellenarlo de mi existencia, cuando tenga mi trono de imitación de piel negra en forma cóncava minimalista frente a mi "biblioteca" llena de libros que le callarían el hocico a cualquier pseudo-intelectual. 

Hoy me dolió tropezar sin poder detenerme en ninguna mano. Hoy me dolió no ser inmortal.


domingo, 1 de abril de 2012

Solitary Man



Le escucho en todas partes, diciendo una y otra vez que todos le dejan, cuánto le rodea la soledad... tantas veces buscando las personas correctas en las posiciones correctas, y mientras yo ahí, esperando un gesto más de cortesía que de buena voluntad, más de buena voluntad que de amor.

Seguí ahí hasta el día en que decidí ser libre de la vida misma, como dijo el sabio hombre: no es conócete a ti mismo. Es Despréndete de ti mismo.

Me lanzo al viaje de la incertidumbre, una vez más.

Sí, soy un puzzle.