viernes, 18 de marzo de 2011

A mi madre.


Me diste el nombre, mi apellido y mi identidad junto con todo ello. ¿Qué ha sido de ti madre?

Recuerdo cuando yo era pequeña, solía admirarme de tu hermosura y grandeza, de la soberbia emperatriz que era mi madre. Recuerdo querer apropiarme de tus vestidos, de tu calzado y de tus colores, recuerdo tantas cosas bellas de mi infancia y el cobijo sin par que me brindaste en mi adolescencia.

Eras mi ideal, y yo depositaba en mi en aquel entonces, todas mis esperanzas e ilusiones, quise ser tan alegre y sonriente como tú. Me asombraron siempre tus enormes faldones.

Me fui, cambiaste, y ahora ¿Qué ha sido de ti madre? Te veo temerosa, pasiva, golpeada, y doliente aún de los estragos que en ti ha dejado la violencia. Tanta sangre derramada, tantas lágrimas y el ver a tus hijos en discordia.

Me da miedo acercarme a ti porque tu misma te ves tan asustada e insegura. Hasta cuando terminaremos todo esto madre? Porque aunque intento, me cuesta tanto trabajo defenderte...

Aún así, me quedo a tu lado y me quedaré contigo hasta que sea el momento de partir.

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