martes, 5 de abril de 2011

Destino.

Esa palabrita que me recuerda tanto algo que se soporta y lleva inevitablemente, como aquel lugar a donde nos dirigimos. Destino es al final del día, reposo.

Uno no elige su nombre, su género, ni mucho menos de quién enamorarse; y son las 3 cosas que más difícilmente puedo soportar.

Lo que puedo elegir, en lo que puedo ejercer (amén de las posiciones que juego social-política-económica-psicológicamente) un poquito de libertad al menos, es en las decisiones que tomo, las rutas que trazaré en el desierto de mis días. Puedo ser un poco responsable (solo un poco) a pesar de estar acorralada, de ya no contar con un hogar; todo mi país se rodea de manchas de las que huyo porque al final del día, de quien huyo es de mis propios demonios.

No hay para donde huir.

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