lunes, 4 de abril de 2011

Sacos de arena secados al sol


Malestares que duran siglos (quizá milenios)

¿Qué es la humanidad si no un montón de sacos de arena apilados? No es las pirámides de Gizah, no es la bomba atómica, ni las Guerras Mundiales, ni los ideales más sublimes o las ambiciones más viles.

¿Qué somos? Tan solo costales de arena que chocan entre sí en el subterráneo...

Uno de ellos habla, habla un idioma incomprensible para el otro, otro que también habla, y también habla un idioma incomprensible para otro... pero ¿Cómo? Si es que ellos hablan la misma lengua materna. Pues bien, hablarán en la misma lengua pero cada quien interpreta lo que quiere y como lo quiere.

No es difícil leer a las personas, no es difícil, para nada difícil ni gran oficio el saber lo que el otro dice (a reserva de cuando ese otro ni siquiera a sí mismo se entiende).

Quizá es más sencillo de lo que creemos, encontrar en cada hombre, mujer, criatura, un deslumbrante universo. Pero a la larga tan sólo siguen siendo viles sacos de arena.

Reto al ser humano a sorprenderme, a mí que he perdido todo asombro de la vida. No, no soy una desilusionada; es más bien que cuando uno se interesa tanto en el exterior, el interior queda pobre y descuidado, vacío.

Hace poco alguien me confrontó "¿Qué pasó con eso de ya no creo en el amor? Que ya no te ibas a enamorar y no sé que tanto"

No ha pasado absolutamente nada, sigo con mi eterno cuestionamiento ante cualquier ser humano que se me presente. Sigo pensando que por más chispazos de alegría con que despierta la noche, de nuevo viene el amanecer para ocultar las cosas con su luz.

Es un engaño que nos hacemos, el creer que la oscuridad oculta, que alberga cosas terroríficas.

La noche es la cosa más sublime que existe, la oscuridad de la noche y la vileza del hombre son sólo culpables de mostrar la verdad, esa verdad que se oculta en el deslumbrante brillo de la luz. Al final, los trucos de magia siempre son trucos de espejos, de luz, de imágenes. La noche abarca las sensaciones, lo real, lo crudo de la existencia. Así también los valores más apreciados no son sino la pantalla de luz que proyecta un holograma de algo que no es.

"I'm shying from the light, I always loved the night, and now you offer me eternal darkness"

Sacos de arena al final del día.
¿Dónde está entonces la ruptura? Esa que nos transporta a la divinidad. Escuchar, escucharme, escucharlos... Océanos de rostros en los cuales me pierdo.

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